segunda-feira, 23 de novembro de 2009

La Infanta Elena y Jaime de Marichalar se divorcian de mutuo acuerdo

El Mundo.es, sábado, 14 de noviembre de 2009

La Infanta Elena y Jaime de Marichalar
se divorcian de mutuo acuerdo.


El 13 de noviembre de 2007 (era martes), hace justo dos años y un día, el portavoz del Palacio de la Zarzuela anunciaba “el cese temporal de la convivencia de los duques de Lugo”. Se ponía fin así a meses de rumores sobre el naufragio de un matrimonio que había durado 12 años. Hoy, los abogados de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar tejen los últimos flecos del divorcio.
Pero el divorcio no es la solución final, según advierten los expertos. La Infanta es miembro de una monarquía católica, apostólica y romana, y contrajo matrimonio por la Iglesia; su condición de divorciada no le permitiría ni mucho menos rehacer su vida dentro de la doctrina católica. Según corrobora un experto en derecho canónico, “un divorcio y posterior matrimonio civil la pondría de cara a la Iglesia en situación de concubinato, lo cual le impediría, por ejemplo, recibir la comunión. Para la doctrina católica, el matrimonio sigue siendo un sacramento indisoluble y, por tanto, no se puede romper”.
Así las cosas, y en su opinión, la única salida que le queda a la duquesa de Lugo para rehacer su vida es la nulidad matrimonial. Todos los especialistas en derecho canónico consultados por La Otra Crónica están convencidos de que, tarde o temprano, lo harán.
El único precedente hasta la fecha de nulidad matrimonial de un miembro de una monarquía católica es el de Carolina de Mónaco y Philippe Junot. El Papa tardó nada menos que 12 años en aprobarla. El Pontífice estaba obligado a dar ejemplo y no podía en un caso tan mediático como el de Carolina dar imagen de que las nulidades son algo baldío. Algo que aún se contemplaría con mayor cautela en la Infanta Elena, ya que España es uno de los países con mayor raigambre católica.
El trato al que han llegado — siempre marcado por la armonía, recalcan — es similar al de cualquier otro matrimonio que se hubiera divorciado de mutuo acuerdo, con el mismo convenio regulador en las visitas a los niños y lo concerniente a la pensión que Jaime de Marichalar deberá pasarle a la Infanta en concepto de manutención.
Todo a pesar de las informaciones vertidas estos días, encaminadas a intoxicar un proceso legal ya delicado de por sí. Han querido pintar a un duque ambicioso, ansioso por preservar un título que hasta ahora ostentaba sólo como consorte. Dijeron que Marichalar se ha resistido a volver a ser un ciudadano corriente, que pretendía quedar bajo el paraguas de la Casa Real. Bajo el grueso trazo de sus enemigos, Jaime hasta pretendía conservar la Tarjeta Oro de Iberia.

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